Las ciudades, con sus sistemas arquitectónicos, sociales e ideológicos, son lo que los hombres se hacen a sí mismos; son construcciones que reflejan ideas más allá de lo histórico. Las ciudades son un reflejo de la vida y las imaginarias son el lugar de la experiencia simbólica, así: idea y construcción comparten el vínculo con el arte.
La arquitectura debe ser un objeto de nuestra memoria. Louise Bourgeois sabía que cuando evocamos, cuando conjuramos la memoria para hacerla más clara, apilamos asociaciones de la misma manera que apilamos ladrillos para construir un edificio. La memoria es una forma de arquitectura.
Pero hay memorias mejores que otras, memorias que juegan con el presente y el futuro, así es la del arquitecto holandés Rem Koolhaas. Su trabajo abandona el compromiso establecido por el Movimiento Moderno, uno pensado para los habitantes de grandes ciudades, para diseñar edificios que se apeguen más a la realidad social del tiempo y espacio, pues no todas las ciudades son iguales.
Otra de las facetas de Koolhaas, además de la de docente, es su labor como urbanista, en ésta predomina su especial predilección por el uso de la congestión en sus obras, como en los proyectos que ha desarrollado para algunas ciudades asiáticas.
En Beijin el despacho de uno de los mejores arquitectos actuales, Office for Metropolitan Architecture (OMA), se hizo presente al construir el mejor rascacielos del mundo. Se trata de las instalaciones de la Televisión Central de China.
El proyecto comenzó en marzo de 2003, después de una revisión del diseño por un panel de expertos chinos. El diseño, emprendido por el Gobierno de aquel país como la parte de un plan para reurbanizar Beijing central, busca conjuntar la arquitectura innovadora y funcional, pero conservando edificios históricos.
El edificio se diseñó en forma de anillo y fue el proyecto ganador de un concurso convocado en 2002 por la Beijing International Tendering Co para la realización de un programa de edificios y espacios abiertos conectados, la sede de la CCTV es la primera obra finalizada de esta ambiciosa nueva intervención. Seguirán el servidor CCTV, el CCTV centro de televisión cultural y, finalmente, el parque de la CCTV, que será una extensión de la zona comercial a lo largo del eje principal del distrito de negocios de Pekín.
La morfología del anillo se convirtió en un símbolo del nuevo lenguaje arquitectónico y de las potencialidades de los instrumentos de proyección digital, no solo tiene un objetivo mediático y una estética atractiva perfectamente identificable en la megalópolis china, también un significado simbólico que alude a la interconexión de las numerosas actividades ligadas a la producción televisiva, la administración, la producción y la transmisión, que se desarrolla dentro de ésta. Los dos rascacielos que están ubicados en los ángulos opuestos, sobre un cuadrado imaginario en la base, ascienden oblicuos uno hacia el otro y se encuentran a 161 metros de altura, donde están conectados por un edificio horizontal que está en voladizo a 75 metros. Las fachadas son de cristal, sostenidas por una estructura de vigas y columnas, experimentan tensiones diferentes que el volumen hace evidentes a través de la inclusión de rejillas que permiten una vista “más densa” del material.
Esta estructura representa el testimonio actual de la concepción de la arquitectura como desafío en altura, superada por la conciencia de la nueva necesidad de crear lugares de agregación con fuerte carácter emblemático, en los que es relevante el grado de comunicación con el público.
Fuente: Cultura Colectiva