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Muchas ciudades del mundo con pasados e historias muy diversas y que en apariencia no se conectan de repente se relacionan por sus «herencias» urbanísticas.

Londres, París, Berlín, Nueva York, Turín, Detroit, Buenos Aires, Manchester, Madrid sólo por nombrar algunas ciudades que si bien tienen historias muy diferentes, todas ellas arrastran en muchos de sus rincones postales de la época industrial que fueron determinantes en su arquitectura, en su diseño urbanístico y en el uso del espacio público hasta hoy.

Hoy en pleno siglo XXI la pregunta es otra y sirve para conectar con el pasado y recorrer las distintas experiencias en el mundo: ¿cómo recuperar esas herencias urbanísticas para los ciudadanos y cómo sumarlas al espacio público? ¿Cómo equilibrar la transformación de una zona o de un bien patrimonial histórico entre los desarrollos inmobiliarios y los intereses de los residentes?

Galpones, hangares, fábricas abandonadas, «vías muertas» de tren, puentes, usinas; todos guardan tesoros arquitectónicos; signos de un pasado que aúnan diferentes períodos de la historia desde la época preindustrial, industrial y moderna. Y construyen de a retazos los diferentes momentos socio- históricos que le ha tocado vivir a esas ciudades y en general se encuentran emplazados en zonas estratégicas.

Con la revolución industrial los edificios industriales (talleres, fábricas, chimeneas, torres de plomo, acerías, refinerías, centrales energéticas, estaciones ferroviarias, almacenes e instalaciones portuarias, hangares, etc.) cobraron un gran protagonismo, y se caracterizaron por la aplicación de las nuevas tecnologías (arquitectura del hierro y ferrovítrea), por lo que en muchos casos son pioneros de las innovaciones conceptuales e incluso estéticas de la arquitectura contemporánea.

El desafío está en cómo recuperar esa herencia urbanística para la gente. Y parte de la respuesta parece estar en lo que dicen los ciudadanos alrededor de esos espacios .

El arquitecto Guillermo García es el vicepresidente del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio Argentina (CICOP) y es asesor de la UNESCO en temas de patrimonio cultural.

«Entre los académicos insistimos en que el tema patrimonio histórico sea incorporporado al debate de la agenda pública. Es importante indagar y conocer a través de la propia comunidad cuáles son los objetos y espacios patrimoniales importantes que permiten contar la historia de un lugar y a partir de allí ponerlos en valor. Porque nadie conserva lo que no conoce».

«En la Argentina -agrega García- no está del todo instalado el concepto de ver al patrimonio como una herramienta para el desarrollo, como sí ocurre en otras ciudades del mundo. Los bienes patrimoniales tienen el gran valor de que son reconocidos por todos. Es decir que tienen un alto valor comunicacional . En el caso de los espacios abandonados lo que está degradado es el valor económico del bien de acuerdo al grado de abandono, pero su valor histórico -anclado al nombre- está intacto. Es decir que el dinero sólo hay que invertirlo en darle una utilidad y no en instalar el nombre en el mercado».

Historia industrial

Hacia finales del siglo XX, la revolución tecnológica, la terciarización y la deslocalización, que afectaron decisivamente a las industrias pesadas en los países desarrollados y también en los emergentes, además de generar un efecto desindustrializador fueron haciendo perder la identidad «industrial» de las ciudades hasta llegar a uno de los íconos de época de hoy: Silicon Valley al norte de California. como forma de asentamiento de las industrias tecnológicas.

Silicon Valley es una área que esopacialmente integra el conocimiento a través de las universidades y también a las empresas tecnológicas, emplazadas en un ambiente más natural y con algún criterio ecológico.

Inclusive el abandono de muchas instalaciones industriales ha causado la decadencia de algunas ciudades como Detroit o la oportunidad de renovar amplias zonas urbanas como en Bilbao, España.

Así es como se ha generado un campo de estudio relativamente reciente, la llamada arqueología industrial, que también es una oportunidad para la puesta en valor, conservación y recuperación del patrimonio industrial, y con él de una parte importante de la memoria histórica de las comunidades en las que estas instalaciones se desarrollaron.

El proyecto High Line Park

El proyecto High Line Park se levantó en la ciudad de Nueva York, atraviesa el barrio de Chelsea y es vecino del hoy moderno barrio Meatpacking -antes una zona donde sólo había frigoríficos – en pleno corazón de Manhattan.

High Line Park convirtió una «vía muerta» de ferrocarril elevada de más de 2 kilómetros en el parque colgante más admirado y visitado del mundo. Se trata de una buena síntesis de recuperación de la herencia urbanística de la ciudad de Nueva York con una fuerte y determinante participación urbana.

Inspirado a su vez en el bello «Promenade Plantée» de París; un proyecto similar de más de 4 kilómetros, inaugurado en 1993 y que se extiende a lo largo del viaducto de las artes, cerca de la Plaza de la Bastilla .

El caso de High Line Park (HLP) para urbanistas y vecinos se ha convertido en una caso paradigmático: una vieja vía de tren de exactamente de 2, 33 kilómetros elevada y transformada hoy en parque urbano. Siempre con la misma filosofía: espacio público con participación ciudadana. Una apuesta arquitectónica ecológica y al servicio de la comunidad.

Inaugurado en 2009 el HLP ya recibió en 4,5 millones de visitantes sólo en 2012, más que el museo de arte moderno más famoso del mundo, el MOMA .

El periodista Joshua David editó recientemente un libro sobre el proyecto High Line Park habiendo sido en 1999 junto a un grupo de residentes, uno de los protagonistas en frenar la demolición que la administración del alcalde Rudolf Giuliani impulsaba sobre las vías aéreas de High Line.

David cree que muchas ciudades aún guardan entre sus tesoros arquitectónicos «signos de su pasado» como las vías del ferrocarril, galpones, fabricas desocupadas. La dificultad siempre está en cómo recuperar esa herencia urbanística. Lo esencial para él es escuchar y dejar decidir a quienes viven allí.

El reciclado del tendido del tren devenido en un parque urbano estimuló a los barrios de alrededor al punto tal que pronto comenzará la obra arquitectónica definida por los especialistas como la más importante de los últimos tiempos en Nueva York : el Hudson Park.

Una de las experiencias más lindas que provoca el paseo por High Line Park es que se logra una nueva perspectiva de la ciudad de Nueva York: se pasó de ver la ciudad al ras de suelo a estar a 10 metros de alto, poder mirar hacia arriba y hacia abajo y caminar tranquilamente sin obstáculos urbanos, una pasarela gigante que va sorteando los edificios.

Fuente:Infobae


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