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Muchos arquitectos sueñan con diseñar un edificio que se convierta en un referente y acabe ocupando un lugar destacado en la historia. Sin embargo, en ocasiones, este reconocimiento mundial se produce por culpa de pequeños errores de diseño que acaban convirtiendo sus obras en auténticos modelos a no seguir. 

1. El edificio Walkie Talkie: diseñado por el estudio Rafael Viñol y Arquitectos y ubicado en el distrito financiero de Londres, saltó a la fama en 2013 por quemar todo lo que se ponía delante de la luz que reflejaba su fachada. La combinación de su forma, ubicación y altura generaba un potente efecto lupa que llegó a derretir la carrocería de un coche y calcinar varias alfombras.

2. El edificio que se derrumbó de lado: normalmente, se derrumban sobre su propia estructura. Sin embargo, eso no ocurrió con un bloque de viviendas en construcción en la ciudad de Shanghái. La combinación de lluvias con una mala cimentación provocó que el bloque de trece pisos cayese sobre uno de sus costados, quedando literalmente acostado sobre el terreno.

3. La torre Beetham: este rascacielos de 47 pisos y 168 metros de altura construido en la ciudad de Manchester tiene la peculiaridad de generar un fuerte zumbido cada vez que sopla el viento. La responsable del sonido es una enorme aleta ubicada en su parte superior.

4. El Edificio Citicorp: erigida sobre varios pilares, esta torre de 59 plantas y 279 metros de altura pudo haber ocasionado una auténtica catástrofe en pleno Manhattan. Tras su construcción, una estudiante de ingeniería descubrió que su particular diseño no le permitiría soportar vientos de más de 112 kilómetros por hora sin riesgo de desplomarse sobre el resto de los edificios de la ciudad. Ante una situación tan delicada, los propietarios optaron por ocultar el peligro a la ciudadanía y reforzar las uniones de la estructura durante la noche a lo largo de una semana.

5. El Palacio de las Artes de Valencia: Santiago Calatrava es uno de los arquitectos españoles más conocidos mundialmente. También es el que acumula un mayor número de errores y polémicas en sus espaldas. El Palacio de las Artes de Valencia es un claro ejemplo de ello. A pesar de haber costado 478 millones de euros, apenas siete años después de inaugurado, su fachada empezó a agrietarse, mientras las piezas que formaban la cubierta se abombaban y desprendían. Ante el riesgo, tuvieron que ser retiradas.

 

Fuente: Infobae