En el ámbito de la arquitectura cada vez se está apostando más por la sostenibilidad, de ahí que vayan apareciendo continuos productos y herramientas que contribuyen a que las construcciones realizadas sean verdes y respeten su entorno en todo momento.
Es en esta línea donde ha hecho acto de presencia un nuevo material, creado por la Universidad Politécnica de Cataluña, que, sin duda alguna, apuesta por la mencionada sostenibilidad medioambiental. Nos estamos refiriendo al hormigón biológico.
Un producto aquel, obtenido a partir de hormigón normal carbonatado y cemento de fosfato de magnesio, que está especialmente pensado para fachadas que se convertirán en fachadas “vivas” donde crezcan especies vegetales tales como líquenes, microalgas, musgo y hongos.
Las ventajas de la utilización del citado material son básicamente cuatro: mejorar la eficiencia energética del propio edificio, reducir de manera considerable los niveles de CO2 que se lanzan a la atmósfera, conseguir un gran rendimiento desde el punto de vista térmico y también otorgar un interesante acabado estético a la construcción.
En este último aspecto hay que destacar que esa apariencia estética del edificio se verá modificada cada cierto tiempo ya que las citadas especies vegetales, en base a la época del año que sea, verán cambiar su color y sus tonos.
Por todo ello y por el hecho de que, frente a las fachadas verticales existentes hasta el momento, permite el crecimiento directo de la vegetación sin necesidad de establecer otras estructuras que sean las que consigan el mismo, este hormigón se ha convertido en una interesante iniciativa en el campo de la arquitectura sostenible.
Fuente: Jorge Fernandez