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La materia prima es barata, la construcción no requiere de grandes infraestructuras, es ecológico, reciclable, ligero;los únicos límites que plantea el trabajo con cartón se encuentran en la propia imaginación. «Puedes llevar sus posibilidades hasta donde quieras: ferias de exposiciones con stands, ideas de marketing para supermercados, mobiliario para el hogar, adornos, todo. Y es diferente. Si acudes a unos grandes almacenes y te encuentras una de estas estructuras, es mucho más fácil que te llame la atención, porque casi no se hacen», resume Santiago Carrera, jefe de producción de Serisán, la empresa cántabra con más de 40 años de experiencia en comunicación gráfica y artífice de este tipo de arquitectura ligera.


Su apuesta por la construcción en cartón es nueva en Cantabria y casi única también en España. «Debemos ser unas cuatro empresas en todo el territorio nacional las que nos hemos arriesgado con esto», razona Carrera. La crisis cierra mercados tradicionales y obliga a buscar alternativas. «Vimos las posibilidades de este material en ferias internacionales, porque hay países como Francia que lo están trabajando mucho más. Nos gustó y comenzamos a pensar en pequeños proyectos de ‘packaging’, cestas de navidad originales y pedidos pequeños, ese tipo de cosas».
Pero al descubrir las posibilidades de un mundo que lleva años desarrollándose en otros mercados europeos, el plan de negocio comenzó a ganar dimensión. «Viajas, ves cosas, investigas, y al final te das cuenta de que se puede hacer mucho más», comenta el responsable de Serisán. También es el modo de rentabilizar los 600.000 euros que invirtió hace ya tres años en la maquinaria necesaria para la fabricación de estos ingenios de cartón.

Ideas contra la crisis

«El mundo empresarial está tocado. La crisis es dura, y si no te reinventas, mueres. Nosotros apostamos por este negocio y ya ocupa un 40% de nuestro volumen de trabajo. Esperamos que en pocos años alcance el 80%. Si no llegamos a invertir en esto, a día de hoy hubiésemos tenido que prescindir de 10 personas», y son 24 empleados. Muchos de ellos trabajan en el diseño de cada adorno, cada stand o artefacto. Porque cada producto surge fruto del ensamblaje de varias piezas. Es casi una obra de arquitectura. «Ahí reside parte de su ventaja competitiva. Por ejemplo, para poner en marcha un stand en una exposición, antiguamente hacía falta confeccionar el stand y mandar la mano de obra que lo instalara. El cartón permite crear estructuras desmontables que el propio cliente ensambla con un manual de instrucciones». Así se logra reducir costes: «Si un stand costaba antes 30.000 euros, ahora se puede hacer por 5.000». Es lo más parecido a la forma de negocio IKEA. Tal vez por eso la multinacional del mobiliario de hogar ha elegido a la empresa cántabra para confeccionar los escaparates de la dimensión nacional de la compañía.
«Dos años atrás nunca hubiésemos pensado en tener capacidad para proveer a una multinacional de estas dimensiones;pero esto es así, evolucionas o te estancas», reitera el empresario cántabro, uno de los miembros de la empresa familiar que funciona en Cantabria desde 1973.

Sin límites

El futuro pasa por perfeccionar las estructuras. Por confeccionar materiales basados en el cartón capaces de soportar la lluvia para instalaciones exteriores e incluso ignífugos, para garantizar la seguridad frente al fuego. Después, el único límite que se interpone entre el sueño y la realidad es la geometría, la física y la arquitectura para lograr los diseños capaces de ser fabricados, construidos y lo suficientemente robustos como para que hagan el trabajo para el que fueron pensados, tanto si se trata de una mesa, una silla, una balda de libros o un caballito de juguete.

Fuente: El diario montañés


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