El artista estadounidense Robert Harding Pittman lleva diez años retratando los episodios urbanos más importantes de los últimos años, uno de ellos el ‘boom’ inmobiliario que se ha reproducido en países como España, Francia, Alemania, Grecia, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Corea del Sur. Ha documentado, uno a uno, los paisajes desolados -a veces apocalípticos- de edificios a medio construir o del todo abandonados, también grúas adormecidas levantadas en medio de la nada o grandes extensiones vacías de un terreno sobre el que ya no se construirán viviendas. Lugares en los que la gente ha perdido historias, incluso su nombre, sus proyectos.
Este proyecto, que se pudo ver recientemente en La Casa Encendida de Madrid, es el fruto de más de 10 años de trabajo sobre este tema. En ella el autor hacía una crítica a la pérdida de las raíces locales y al creciente individualismo derivado de ese modelo urbanístico. Bajo el mismo título Pittman acaba de publicar un libro con Kehrer Verlag, que ha sido nominado para el Deutscher Fotobuchpreis (Premio Fotolibro alemán). Sus fotografías y documentales, que han sido reconocidos con distintos premios, se han visto en festivales de cine y exposiciones internacionales; además de formar parte de colecciones públicas y privadas.
Harding Pittman empezó a fotografiar este fenómeno en Los Ángeles, una de las primeras ciudades en las surgió este modelo. Después, documentaría su expansión global en países como España, Francia, Alemania, Grecia, Emiratos Árabes Unidos y Corea del Sur. El proyecto pone en evidencia que este prototipo globalizado ni se adapta ni respeta el entorno cultural o físico y que, además de la evidente destrucción ambiental, conduce al ser humano a la pérdida de su cultura, sus raíces y a una profunda alienación.
La burbuja inmobiliaria en el Museo
Esta no ha sido la única experiencia de este tipo, hace dos años, el Museo Reina Sofía propuso una exposición que tocaba el mismo tema. Se trató de Castillos en el aire, de Hans Haacke. Haackees conocido en el mundo del arte por su vocación crítica y su capacidad de analizar las contradicciones del sistema del arte sin caer en el embarazoso gesto de la militancia o la obviedad. Con la coherencia le basta. En aquella oportunidad, Haacke produjo una pieza especialmente para la exhibición. Era la que da nombre a la muestra.
Trabajando a partir de la figura del Ensanche de Vallecas, Haacke levantó un registro documental de un barrio lleno de edificios a medio hacer que no llegaron a convertirse nunca en tales. Pero, ¿cómo lo hizo? En sus recorridos por los terrenos abandonados o a medio construir, Haacke notó que la mayoría de las calles tenían nombres de movimientos artísticos de la segunda mitad del siglo XX –por ejemplo, calle del arte Pop o calle del arte conceptual- o incluso de algunos artistas contemporáneos, como Chillida, eso, en un barrio completamente desangelado y detenido en medio de la nada, le pareció a Haacke la ironía más grande con la que podía toparse.
El artista decidió indagar un poco más y entró en contacto con las inmobiliarias y promotoras de esos chalets y edificios. La mayoría estaban en bancarrota y los pisos, en manos de bancos. A esta primera sección con vídeos y fotografías de un barrio detenido, poblado por esqueletos de edificios, se unía una sección construida a partir de las notas simples de las viviendas vendidas a particulares que compraron sobre planos.
Fuente; VOZPOPULI