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Desde el comienzo de la civilización, el hombre se ha afanado en levantar construcciones colosales que cambian de forma radical el aspecto del entorno, ya sea por motivos militares, religiosos o de transporte. Este impulso, a menudo megalómano, ha dado a luz a algunas de las creaciones más impresionantes de la historia: las Pirámides de Egipto, la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún perdura; la Gran Muralla China, una fortificación de 8.851 kilómetros de largo construida y reconstruida entre el siglo V a. C. y el siglo XVI; el ferrocarril Transiberiano, 9.288 km de vía que conectan la Rusia europea con las provincias del Lejano Oriente ruso, Mongolia y China; rascacielos como las Torres Petronas o la Torre Nacional de Canadá…

A día de hoy, esa pasión por los grandes proyectos continúa vigente, aunque la envergadura de muchos de ellos hace que su desarrollo se demore durante años o incluso quede aparcado de forma indefinida debido a su elevado coste o incluso su inviabilidad.

El prestigioso arquitécto británico Norman Foster quiere ser el responsable de una de esas enormes obras destinadas a pasar a la historia. La propuesta responde al nombre de SkyCycle y consiste en la construcción en Londres de 200 kilómetros de carril bici aéreos que se situarían por encima de los trazados de la red de ferrocarriles de cercanías.

El objetivo de este proyecto, que cambiaría significativamente la imagen de la capital británica, es aliviar los graves problemas de tráfico y movilidad que sufre la ciudad actualmente y que previsiblemente irán a peor si no se pone en marcha alguna medida para impedirlo.

La propuesta de Foster ha sido bien recibida y es probable que en breve se dé luz verde a la construcción de un carril bici piloto de 6,5 kilómetros entre Stratford y la estación de Liverpool Street, un tramo que tendría un coste aproximado de 220 millones de libras (unos 265 millones de euros).

Sin abandonar la capital británica, también se busca un proyecto para acabar con la saturación de los aeropuertos de Londres, y algunos de ellos tienen un aspecto de lo más ambicioso. El denominado London Britannia Airport, por ejemplo, consistiría en un enorme aeropuerto futurista situado en una isla artificial sobre el Támesis. Otras posibilidades que se barajan son la construcción de una tercera pista para Heathrow y un mega aeropuerto de Foster, situado también sobre el río.

Los excesos de Dubái

Dubái, urbe de lujo construida en pleno desierto arábigo y ciudad reina de la artificialidad, alberga algunas de las construcciones y proyectos más ostentosos de la arquitectura moderna:Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo (828 metros); Al Burj, un edificio en construcción que, con 1.050 metros y 228 pisos, se convertirá en la estructura más alta hecha jamás por el hombre; el parque temático Dubailandia, que será el doble de grande que Disney World (el mayor actualmente); Ski Dubai, una de las estaciones de esquí interiores más grandes del mundo…

 Impresiona especialmente el hotel submarino Hydropolis, una construcción de lujo situada 20 metros por debajo de la superficie del Golfo Pérsico. El hotel, que aún no se ha empezado a construir por problemas de diverso tipo, ocupará 260 hectáreas y estará dividido en tres secciones: una estación en tierra que servirá de recepción, un túnel que permitirá a los clientes acceder a las instalaciones principales vía tren y 220 suites y centros de ocio. El componente principal de la estructura será el plexiglas, con el que se construirán grandes ventanales y burbujas que permitan ver las maravillas del fondo marino desde cualquier estancia del edificio.

Existen otros tres proyectos de hoteles submarinos, el Poseidón Resort en Fiyi y dos más en China.

Aunque quizás la construcción más extravagante de Dubái es The World, un archipiélago artificial formado por unas 300 islas dispuestas en forma de mapamundi. El proyecto —muy avanzado pero aún en desarrollo— cubre un espacio total de 9.340.000 metros cuadrados (55 kilómetros cuadrados si se incluyen los espacios marítimos). Las islas albergarán residencias de lujo, centros comerciales y todo tipo de locales de ocio para gente adinerada. El viaje hasta el archipiélago sólo podrá hacerse por mar o por aire, ya que no está prevista la construcción de ninguna vía terrestre para acceder a este área.

A medio camino entre la arquitectura y la ingeniería, el arquitecto italiano David Fisher y el grupo Dynamic Architecture han propuesto la creación de grandes edificios que giren sobre sí mismos de forma modular. La Rotating Tower tendría una estructura central de hormigón en torno a la que se dispondrían los diferentes apartamentos, en realidad grandes piezas prefabricadas que podrían rotar para aprovechar la luz del sol y adaptarse al viento y las condiciones meteorológicas. Además, el rascacielos tiene un planteamiento sostenible, ya que funcionaría mediante energía eólica y solar. Su construcción inicial se ha planteado, claro, en Dubái.

En otro desierto, el de Gobi, también es posible encontrar una sorprendente construcción, el Desert Lotus Resort, en Xiang Sha Wan, una zona de Mongolia conocida como el desfiladero de arena resonante, debido al preculiar ruido que hacen las dunas, y que está en pleno desarrollo turístico. La construcción de este loto arquitectónico de 30 kilómetros cuadrados (está previsto seguir ampliándolo) se llevó a cabo teniendo como prioridad la sostenibilidad y el respeto del entorno: está hecho mediante paneles y un esqueleto de acero de bajo carbono (no se han usado ni tejas ni ladrillos) y la energía necesaria se obtiene del viento y el sol.

Entre los proyectos que parecen más alejados de la realidad se encuentra la gran pirámide de Tokio, una ciudad formada por 55 pirámides más pequeñas de las que colgarían rascacielos y otras construcciones. Esta gran urbe, que flotaría sobre la bahía de Tokio, podría acoger a un millón de personas, por lo que sería un gran alivio para el crecimiento masivo de la población en la capital nipona. Tendría 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar (catorce veces la altura de la pirámide de Giza), así que, en caso de construirse, sería la estructura artificial más grande del mundo.

Otro ambicioso proyecto es la Ciudad del Cielo, también en Tokio, un impresionante rascacielos formado por cuatro gigantescas vigas que sostendrían módulos independientes de unas diez plantas de altura cada uno. En Nueva Orleans también se ha proyectado otra ciudad flotante, NOAH, una gran construcción futurista de forma triangular y totalmente sostenible: contará con paneles solares, turbinas hidráulicas, turbinas de viento y otros sistemas de reciclaje y aprovechamiento del entorno sin perjudicarlo.

Entre las propuestas ambiciosas que quizá jamás vean la luz se encuentran el rascacielos subacuático Seascraper; el proyecto Atlantropa, que consiste en la creación de una presa en el estrecho de Gibraltar para controlar el paso de las aguas desde el Atlántico al Mediterráneo y otra en el estrecho de los Dardanelos para reducir el caudal del Mediterráneo en 570.000 kilómetros cuadrados y ganar terreno; y un túnel trasatlántico construido a 150 metros de profundidad que uniría América y Europa. Por el transcurriría un tren magnético capaz de alcanzar los 8.000 kilómetros por hora y que permitiría llegar de Nueva York a Londres en menos de una hora.


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