El Baño, un espacio que ha ido dejando atrás su relevancia puramente higiénica para entrar en la zona exclusiva del diseño.
Los primeros acercamientos del ser humano al espacio físico del baño que conocemos actualmente se dieron en Escocia, donde se construyeron las primeras letrinas rústicas, y en Pakistán, donde incluso se han encontrado sistemas de cañerías de barro cocido incrustadas en construcciones de ladrillo, las que datan del año 3000 a.C. Evolucionando hacia las primeras tinas, inodoros y las tuberías cerámicas de la nobleza minoica, y pasando por las cañerías de cobre de los egipcios (quienes usaban sus baños para celebrar ceremonias religiosas), llegamos a los romanos, quienes lo transformaron en un acto social a través de los baños públicos, revestidos de azulejos.
Luego de una Edad Media muy poco preocupada por la higiene, el sistema de fontanerías resurgió a principios del siglo XVII, aunque algunas de sus más impresionantes construcciones –como el palacio de Versalles- no incluían baños. La revolución industrial en Inglaterra tampoco aportó mucho, ya que la rapidez de la urbanización y la industrialización causó un hacinamiento que fue muy difícil de controlar. Sólo en la década de 1830, un brote de cólera obligó a las autoridades a impulsar una campaña para incorporar instalaciones sanitarias en las viviendas, dando el primer paso rumbo al baño con inodoro de cisterna que usamos hoy en día.
Fuente: Plataforma Arquitectura