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Es uno de los nombres españoles más conocidos fuera de nuestro país en cuestión de arquitectura: Santiago Calatrava. Pero de un tiempo a esta parte, la mala fama del valenciano, que a muchos fascina estéticamente y que posee, entre otros galardones, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, casi ha superado a la buena.

Hubo un tiempo, sus años dorados, en los que el mundo lo reclamaba: Estados Unidos, Suiza, Canadá y Alemania querían su arte. Pero la elevada cuenta de construcciones que han terminado en desastre han puesto al arquitecto en tela de juicio: Venecia y Oviedo, entre otros, lo han denunciado. Los motivos son las goteras y los puentes resbaladizos, además de los elementos móviles que no se mueven.

La última demostración de que sus ‘errores’ tienen un precio la ha presentado la Ciudad de las Artes de Valencia: el revestimiento del Palau se caía a trozos en diciembre.

Calatrava ha salido en su defensa con el informe pericial en el que se fundamenta su demanda contra Esquerra Unida por la web Calatravatelaclava, que a su juicio vulnera su derecho al honor, pero cuyo cierre cautelar rechazó el juez.

A Esquerra Unida le debe también el valenciano que se haya aireado la información sobre los contratos y pagos recibidos por la Ciudad de las Artes. Según denuncian, el arquitecto ha ganado 100 millones de euros, facturados desde su despacho en Suiza, lo que supondría que no habría pagado impuestos en España. Afirman: «El proyecto ha costado 1.100 millones de euros, con un sobrecoste estimado de 625 millones de euros». «Como los honorarios del arquitecto no fueron fijos, sino que se vincularon al coste final de las obras, dicho sobrecoste le proporcionó unos beneficios económicos mayores·.

La etapa negra del arquitecto ‘dorado’

El ‘trencadís’ (2006). Hace poco más de un mes el Palau se cerraba ante la caída de una pieza de 15 kilos de revestimiento cerámico (trencadís) desde 20 metros de altura. La broma salía cara, ya que se suspendió la ópera Manon Lescaut, cuyo estreno estaba previsto para el 1 de febrero (no ha podido abrir sus puertas hasta el pasado 23), y se descubrió que había que quitar buena parte del trencadís por hallarse parcialmente desprendido. Antes ya hubo tropezón, en 2007, algo para lo que el arquitecto parece tener explicación según el informe pericial presentado el 23: fue provocada por la construcción provisional de «un montículo artificial en uno de los extremos para acoger la visita del Papa» un año antes. En cuanto a los sobrecostes, la web de Esquerra Unida da cifras: «El Palau de les Arts costó 478 millones de euros, más de cuatro veces lo presupuestado inicialmente». Desglosan a continuación gasto a gasto: «A principios de 2013, apenas 7 años después de su inauguración, aparecieron abombamientos y arrugas en la cubierta. Según los técnicos, se debe a que Calatrava se equivocó al combinar acero y cerámica. En diciembre de 2013, El Palau tuvo que ser clausurado tras el desprendimiento del trencadís, ocasionando un gasto de 623.000 euros por la cancelación de la ópera Manon Lescaut». Y aún hay más: «Tras una primera inspección, se advirtió que el 60% del trencadís o revestimiento cerámico estaba parcialmente desprendido y debía retirarse por completo. El coste de la retirada de las 120 toneladas del material se ha estimado en 3 millones de euros».

Cuatro años después de su apertura continúa sin estar terminado. Desde su inauguración en 2010 para el Open 500 de Tenis ha sufrido varias inundaciones. Calatrava ideó una cubierta móvil para el ágora, una especie de ‘cresta’ que deja pasar el agua cuando llueve. Para el Ágora también ha tenido palabras en el informe Calatrava, en el que señala que la falta de cubierta del Ágora es «la razón por la que existen filtraciones de agua». En cuanto al coste del Ágora es en calatravatelaclava.com donde se encuentra la cifra: más de 100 millones de euros.

El puente de Zubizuri (1997). El de Zubizuri, puente que atraviesa el río Nervión y cuya pasarela está realizada en cristal, podría haberse convertido en un lugar ideal para el patinaje en Bilbao, ya que al llover resbalaba peligrosamente. Una pista de patinaje que no llegó a buen puerto ya que se salvó la idea original de puente añadiendo una moqueta antideslizante que permitía atravesar el puente. «El coste de reemplazar cada loseta de cristal es de 240€» afirma Esquerra Unida. Y aún hubo que realizar un cambio más: una rampa de acceso para minusválidos desde un edificio anexo al puente. Calatrava en esta ocasión no fue el demandado sino el que demandaba: demandó al ayuntamiento de Bilbao por «daños morales» al «mutilar su obra» y exigió una indemnización de tres millones de euros. Finalizó con una sentencia de la Audiencia Provincial de Vizcaya que daba la razón al arquitecto, pero que reducía la indemnización a 30.000 euros.

También en Bilbao han tenido el infortunio de tener una sala de espera en el aeropuerto sin cubierta. Tal como suena: al aire libre. A esperar al avión en Bilbao se iba con paraguas. Siete años duró la ‘ventilada’ espera de Calatrava, que es lo que se tardó en cubrir la sala, y según denuncia calatravatelaclava.com «tras una nueva inversión 3,3 millones de euros».

El rascacielos Torso de Malmö (2005). La historia del Turning Torso de Malmö (Suecia) comienza en 1999, cuando el director de la cooperativa sueca de viviendas HSB, Johnny Örbäck, pide a Calatrava que diseñe un inmenso edificio que se convierta en símbolo de la ciudad. La idea es que el rascacielos sea de viviendas a precios económicos, y con ello un ejemplo del sistema sueco de Estado del Bienestar. Los errores en la cimentación y las complicaciones en la estructura del edificio (el 75% de las estructuras metálicas tenía defectos) elevaron el presupuesto y el promotor fue despedido y denunciado. Un tortuoso proyecto que se puede ver en al documental ‘El socialista, el arquitecto y el Turning Torso’, rodado por Fredrik Gertten. A lo largo del metraje, a medida que la deuda crece hasta 40 millones de coronas suecas, se aprecia cómo la torre que iba a representar las bondades de un estado socialdemócrata acaba siendo un rascacielos con pisos de lujo para multimillonarios. Calatrava no tuvo el más mínimo pudor en decir: «En un edificio tienes que pensar cómo entrará la gente, en las salidas de emergencia, cómo llegará el agua. Todo eso es una servidumbre». Sea como fuere el caso es que el proyecto tuvo un sobrecoste de 85 millones de euros

El Palacio de Congresos de Oviedo (2011). Heridos fueron algunos de los trabajadores que realizaban la obra de construcción del Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo. Ocurrió en agosto de 2007: una pieza de 500 metros cuadrados que estaba a quince metros de altura cayó hiriendo (levemente) a tres trabajadores.»Calatrava fue condenado a pagar 3,5 millones de euros a la aseguradora. Y no acaba aquí: la visera se había pensado para que fuera móvil pero hubo de dejarse fija por motivos de seguridad.

El Puente de la Constitución (2008). Tan intransitable era el veneciano Puente de la Constitución (que de los 2,5 millones de euros asecnsió a 11,2 millones) cuando llovía que tuvieron que intervenir. La vibración que sufría también hizo necesario actuar. El Tribunal de Cuentas italiano reclama 3,4 millones de euros a Santiago Calatrava y a los responsables técnicos del proyecto por daños y perjuicios.

El Puente de Vistabella (1998). No se ha librado del sello Calatrava el puente de Vistabella en Murcia: a causa del suelo de cristal hubo que poner moqueta que evitara resbalones y cuyo coste fue de 60.000 euros. Eso sí: antes de la moqueta se gastaron más de 100.000 euros en restaurar losetas rotas.

El Auditorio de Tenerife (2003). Inaugurado varias veces no parece que acabara de resultar del todo seguro, ya que en su apertura al público no sólo era imposible acceder con silla de ruedas sino que (parece una maldición del arquitecto) además había goteras bajo las vidrieras y grietas en el ala principal.

El Obelisco de Madrid (2009). Aunque su nombre original era Obelisco de la Caja desde el principio se le llamó Obelisco de Calatrava y así se ha quedado el monumento situado entre las Torres Kio. También en su origen era móvil, pero ha estado más tiempo parado que en movimiento. El propio presidente del Colegio de Arquitectos de Madrid, José Antonio Granero, ha dicho: «Nosotros fuimos muy críticos en su momento y el tiempo desgraciadamente nos ha dado la razón». Usa una palabra el arquitecto que parece ir muy bien a Calatrava: capricho. Tal vez la perdición de quien hasta 1996 tenía un currículum de lujo y desde que se embarcó en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia no ha levantado cabeza.

Fuente:20 minutos
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