Al Parque Güell, la Pedrera, la Casa Batlló, el Palau de la Música Catalana y la Sagrada Família, los monumentos emblemáticos del modernismo catalán y a las principales rutas turísticas, se suman ahora otras muestras de este movimiento artístico universal. Algunos se han remodelado para recuperar su antiguo esplendor (los pabellones del hospital de Sant Pau) o se abren al público por primera vez en la historia tras permanecer en manos privadas (la casa Lleó i Morera).
El modernismo catalán vive, pues, un nuevo renacimiento y en Barcelona existen hoy más monumentos modernistas visitables que nunca, pese a que es la Sagrada Familia de Gaudí la que sigue aglutinando la mayoría de las miradas y de las visitas (más de 2 millones de personas sólo en 2013). «No nos podemos quedar sólo con Gaudí, a pesar de que fuera ideal», afirma Gema Llosa, directora del Museu del Modernisme de Barcelona (MMB). A su juicio, «es difícil que el aumento de la oferta modernista de Barcelona llegue a la saturación, pues todavía tiene variedad por descubrir». Precisamente, el museo que dirige también acaba de ampliar sus fondos con nuevas piezas de Antonio Gaudí, Ramón Casas y Gaspar Homar.
Este movimiento artístico surgió durante la última década del siglo XIX y se alargó hasta más allá de la primera década del siglo XX. Los artistas del modernismo buscaban alcanzar una cultura más moderna y generar formas e ideas nuevas, no solamente en el aspecto estético. Para ello, se miraron sobre todo en la cultura francesa para crear unn nuevo arte y cultura de pensamiento. Llosa cree que su gran valor reside en que fue un «arte único y total en el que era tan importante el trabajo arquitectónico como el interiorismo». Abarcaba la pintura, la escultura, las artes decorativas, el mobiliario…y además «explica perfectamente cómo vivía la burguesía», añade.
La burguesía catalana encontró en la arquitectura modernista una vía predilecta para verse representada. Dicha arquitectura usaba materiales innovadores y construía sobre la base de una gran creatividad, detallismo y referencias a la naturaleza y la mitología. Sus similitudes con el art noveau desarollado en ese mismo periodo en Europa son numerosas. Los principales arquitectos de esta corriente modernista catalana son Lluís Domènech i Montaner (1850-1923); Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) y Antoni Gaudí (1852-1926).
Los monumentos ‘imperdibles’ en Barcelona
Parque Güell. El recinto es de pago desde el pasado otoño. Eusebi Güell encargó a Gaudí levantar una urbanización para familias pudientes en unos terrenos de su propiedad en la zona conocida popularmente como la Muntanya Pelada (la montaña pelada). Aquel proyecto de 1900 fue propiedad de la familia Güell hasta 1922, cuando pasó a manos del Ayuntamiento de Barcelona, que abrió el recinto del parque al público. La conservación del espacio, saturado de turistas, ha llevado a controlar su acceso, aduce el consistorio. Entre sus tres espacios mágicos, el parque cuenta con la escalinata del famoso dragón multicolor de Gaudí, la sala Hipòstila y la Plaça de la Natura (la plaza de la Naturaleza) un inmenso mirador a la ciudad de Barcelona.
La Pedrera se añadió a la arteria señorial del Passeig de Gràcia entre los años 1906 y 1910. La Casa Milà de Gaudí es conocida popularmente como La Pedrera. Las visitas a su espectacular terraza y a las actividades culturales, tales como exposiciones, que acoge el edificio, se combinan con continuadas obras de restauración y hasta con la presencia de vecinos en el inmueble.
La Casa Batlló (1877) también se encuentra en el Passeig de Gràcia. Y como en el caso de la Pedrera, aquellos que no puedan trasladarse a Barcelona a visitarlo pueden conocerlo en sendas visitas virtuales disponibles desde las páginas web oficiales de ambos edificios: www.lapedrera.com y www.casabatllo.es. Se puede visitar su planta noble y admirar su colorida e imaginativa fachada inspirada por Gaudí en la naturaleza, como tantas otras de sus creaciones. Su buhardilla es una joya del modernismo.
El Palau de la Música lo inauguró Lluís Domènech i Montaner en 1908. Es un ejemplo del modernismo más puro por la integración que hizo el arquitecto de todas las artes que tocaba el movimiento: la escultura, los mosaicos, las vidrieras y la forja. El trencadís (mosaicos de cerámica) que inmortalizó Gaudí en tantas de sus obras también tiene una presencia destacada en este edificio, que fue declarado Monumento Nacional en 1971.
La Sagrada Familia es el símbolo más impresionante del legado gaudiniano comenzó su historia aún inacabada el 19 de marzo de 1882. Lo que muchos no saben es que el proyecto inicial se encargó originariamente al arquitecto diocesano murciano Francisco de Paula del Villar y que a finales de 1883 pasó a manos de Gaudí, que trabajó incansablemente en esta obra magna hasta su muerte en 1926. Actualmente se está comenzando a erigir la torre de Jesús. El templo podría finalizarse en el año 2026.
Los enclaves recuperados y de visita inédita
En los últimos meses, varias son las sorpresas que han completado la ruta modernista catalana. Junto a dos de los tres símbolos modernistas de Passeig de Gràcia, además de la Pedrera, la Casa Batlló y la Casa Amatller, se erige un edificio, también imponente, pero que ha pasado desapercibido hasta hace bien poco: la Casa Lleó i Morera (1902-1905). Ha sido rehabilitada y abierta por primera vez en su historia a visitas guiadas en su planta noble y terraza posterior.
La muy cercana Casa Amatller (1898-1900) a pesar de encontrarse en obras de restauración, permite visitar la rehabilitación del piso principal. El edificio es obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch y fue la residencia particular del empresario chocolatero Antoni Amatller. Las visitas se realizan los sábados y es necesaria una reserva previa.
El Palau Güell de Antoni Gaudí (edificado entre 1885 y 1900 y que pertenece a la etapa orientalista del arquitecto) reabrió sus puertas en mayo de 2011 en pleno corazón del barrio del Raval, tras culminar una restauración integral que duró siete años. Fue el primer edificio encargado a Gaudí. Lo hizo Eusebi Güell, el mismo que impulsó el Parque Güell) y es Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1984. Fue inaugurado a raíz de la Exposición Universal celebrada en Barcelona en 1888 y uno de los elementos más deslumbrantes de la construcción son las caballerizas avobedadas del sótano.
Los pabellones del Hospital de Sant Pau han sido rehabilitados. Lluís Domènech i Montaner lois construyó entre 1902 y 1930. Cinco años de reformas han culminado con la apertura al público. Desde el pasado 25 de febrero y hasta el 16 de marzo, se han organizado unas jornadas de puertas abiertas gratuítas a las que se han apuntado miles de personas. Desde el 17 de marzo, la visita es de pago (8 o 14 euros) a la parte pública del recinto, el pabellón de la Administración.
Aún se están rehabilitando dos pabellones y faltan aún cuatro más. Se ha respetado la idea original con la que los concibió el arquitecto.
El arco modernista del mercado de La Boqueria, en la Rambla (el arco data de 1914) se recuperó el pasado mes de diciembre. Ha estado tapado para su reforma, que ha coincidido con la celebración del centenario de la colocación del arco y que supone su primera restauración integral, tras la última modificación arquitectónica,que tuvo lugar en 1996.
La Torre Bellesguard es una de las obras más desconocidas de Gaudí (1900-1909). Abre las puertas al público con la mediación de la familia propietaria desde hace 70 años, los Guilera, y una empresa de gestión turística que gestionará las visitas guiadas.
El modernismo diseminado por la península
Aunque Barcelona es, sin duda, la meca del modernismo en España, también hay interesantes ejemplos de este arte en otros puntos de la península. A la localidad costera cántabra de Comillas se la conoce como el rincón modernista del Cantábrico. Se debe al primer Marqués de Comillas, mecenas de varios artistas catalanes: Mestres, Oliveras, Cascante, hermanos Llimona, hermanos Vallmitjana, Arnau y Tamburini, además de Martorell, Domènech i Montaner o el mismísimo Gaudí. Fruto de esta alianza se erigen junto al mar Cantábrico el Palacio de Sobrellano y la Capilla-Panteón, con mobiliario gaudiniano; la Universidad Pontificia, El Capricho y el Santo Hospital de Comillas.
La Casa Botines de León, junto con el Palacio Episcopal de Astorga y El Capricho de Comillas, es una de las tres únicas obras que Gaudí realizó fuera de Cataluña. La Casa Botines es un edificio de estilo neogótico con influencias modernistas que fue construido por Gaudí entre 1891 y 1894. Hace poco se encontraron los planos originales de la casa.
Fue la sede de una empresa textil de León que le fue encargada mediante el principal mecenas de Gaudí, Eusebi Güell, mientras el arquitecto de Reus estaba trabajando paralelamente en el Palacio Episcopal de Astorga. Gaudí se encuentra inmortalizado en bronce muy cerca de su obra en León gracias a una escultura realizada por José Luis Fernández, que muestra la imagen de Gaudí sentado y tomando notas pensativo.
En 1887 se colocó la primera piedra del Palacio Episcopal de Astorga. Gaudí se responsabilizó de esta obra tras hablar con el obispo de Astorga, que era de Reus como él, y que le hizo el encargo. El palacio tiene apariencia de castillo y no fue finalizado hasta la década de los sesenta debido a la muerte del arquitecto y del obispo. El plano que Antonio Gaudí hizo para diseñar el Edificio de Botines, encontrado «por casualidad» en 1951 escondido en la estatua de San Jorge que se erige en su fachada, se expone por primera vez en España.
Fuente: 20 minutos