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Hay individuos que se toman muy en serio esa frase hecha de ‘mi casa es mi castillo’. Tanto que les da por construirse su propia fortaleza medieval. Les ofrecemos un paseo único por varios castillos que tienen una cosa en común. Todos son producto de la increíble habilidad, paciencia o ingenio de una sola persona.

1. Castillo de Cebolleros, Burgos (España)

Comenzamos con una auténtica preciosidad de inspiración modernista, pero con un estilo único: el Castillo de Cebolleros o Castillo de las Cuevas en Burgos. Lo empezó a construir Serafín Villarán en 1978 sobre unas antiguas bodegas. Serafín falleció en 1998 sin ver terminada su obra, pero su familia ha recogido el testigo y continua la construcción.

El castillo está íntegramente hecho a partir de piedras de río, y se eleva cinco plantas con un total de 300 metros cuadrados. Sus detalles constructivos son de cuento de hadas.

2. Castillo del Coral, Florida, Estados Unidos

La historia que envuelve al Castillo de Coral está llena de misterios. Su construcción se debe al tesón demostrado por Edward Leedskalnin, un ciudadano de Letonia que emigró a Estados Unidos.


El castillo está construido a partir de enormes bloques megalíticos de piedra caliza de origen coralino (de ahí su nombre). Lo curioso del asunto es que Leedskalnin también levantó el edificio sin ayuda de otras personas. Las extravagantes teorías de este individuo sobre el magnetismo, y su costumbre de trabajar de noche, han alimentado todo tipo de leyendas. El Castillo del Coral se terminó en 1923, y Leedskalnin lo trasladó hasta su ubicación actual, piedra por piedra, en 1936.

3. Castillo de Bishop, Colorado, Estados Unidos
A los 15 años, Jim Bishop pagó 450 dólares por una parcela de algo más de 10.000 metros cuadrados en el bosque. Diez años después, en 1969, este pionero decidió empezar a construir una cabaña familiar con sus propias manos. Al poco de comenzar, sus vecinos le preguntaron si estaba construyendo un castillo con tanta piedra, y a Bishop se le debió de encender una bombilla en la cabeza.


Desde entonces, él y su familia llevan trabajando en este extravagante y encantador castillo construido con piedra, soluciones constructivas en forja y grandes vidrieras. El castillo no sólo sigue creciendo, sino que se ha convertido en una atracción turística. El dragón que corona la fachada principal escupe fuego los días de fiesta y, por una donación superior a 300 dólares, nos dejan diseñar una parte de la próxima vidriera. Todo un negocio.

4. Castillo de Fidler, Surrey, Inglaterra
Esta pequeña belleza de estilo Tudor podría estar condenada a muerte. La construyó en 2001 un granjero llamado Robert Fidler en unos terrenos de su propiedad, y lo hizo con la única ayuda de su esposa. El problema es que Fidler no tenía licencia para construir y, de hecho, ocultó la obra con una gran muralla de bloques de heno hasta que estuvo terminada.

Desde 2008, el ayuntamiento de la localidad donde está el castillo ha denegado los permisos necesarios para mantenerlo y solicita su demolición. Fidler sigue manteniendo una dura batalla legal para evitar derribar la que, de hecho, sigue siendo su casa. El granjero constructor ha asegurado que está dispuesto a llevar el caso ante el tribunal de Derechos Humanos si hace falta. Puede que sí sea necesario, porque la última apelación que ha hecho, en febrero de este mismo año, ha dictaminado en su contra.

5. Castillo Taródi Var, Soprón, Hungría
La historia de este castillo familiar no comienza de manera muy distinta a la del Castillo Bishop. En 1951, Stephen Taródi compró una pequeña parcela cerca de Soprón, en Hungría, y comenzó a construir su propio castillo sin planos. La obra ha llevado cincuenta años en los que toda la familia se ha implicado en el proyecto durante sus ratos libres. El castillo tiene veinte metros de altura en sus torres, y una superficie de 350 metros cuadrados.


Aunque hoy sigue siendo el domicilio familiar, los Taródi abren con gusto las puertas de su casa a visitantes. El interior está lleno de antigüedades que merece la pena ver.

6. Castillo del Misterio, Phoenix, Estados Unidos
Luther Boyce Galley es el constructor de este castillo de un sólo hombre que comenzó a erigirse en 1930. El edificio era un regalo para su hija Mary Lou Boyce, y las obras llevaron unos 15 años. Aparte de la roca del desierto, Boyce utilizó todo tipo de materiales de construcción, desde postes telefónicos a neumáticos viejos. El efecto otorga un estilo muy naif, pero encantador.


El Castillo del Misterio (el nombre se lo dieron los hijos de Mary Lou) tiene 8.000 metros cuadrados, y hoy es un museo con Cantina y Capilla. La familia de Luther sigue residiendo allí, y se encarga de mantener el edificio y gestionar el museo.

7. El Palacio Ideal, Hauterives, Francia

Ferdinand Cheval era un cartero francés que un día encontró unas peculiares piedras paseando. Al día siguiente se puso a amontonarlas y, de pronto, tuvo una idea. 33 años después nacía el Palais Ideal, un increíble edificio lleno de detalles y con un aspecto orgánico único.


Este genio de la arquitectura y la escultura quería ser enterrado en su castillo, pero las autoridades francesas prohiben esa práctica así que, cuando acabó su castillo, Cheval se construyó un panteón cerca donde hoy reposan sus restos. El palacio está abierto al público desde 1986.

8. Torre de Eben-Ezer, Lieja, Bélgica
Esta torre de planta cuadrada es la obra y legado de Robert Garcet, un hombre obsesionado con la Biblia hasta el punto de que su obra está llena de referencias a los evangelios comenzando por el nombre (Eben-Ezer es el monumento que construye Samuel tras derrotar a los Filisteos). La torre, de 33 metros, se construyó en los años 60, y está coronada por cuatro esculturas que representan a los cuatro querubines del apocalípsis.

Garcet asegura que su torre tiene un laberinto subterráneo de 33 metros de profundidad donde guarda sus tesoros. El edificio es hoy sede de Le Musée Du Silex, una especie de museo en el que Garcet recopila todo tipo de objetos históricos y arqueológicos de referencia bíblica, así como una biblioteca.

9. Castillo Braylsham, Sussex, Inglaterra
John Mew siempre ha sido un tipo inquieto. Aparte de ser odontólogo y piloto de carreras, este británico es el constructor de su propio castillo. El edificio es una pequeña torre con una mansión anexa. Ambos siguen el estilo típico de la arquitectura medieval de la región, y tienen la particularidad de que están construidos en una isla en el centro de un pequeño lago.

La isla es artificial, y también es creación de John Mew y su esposa. El Castillo Braylsham es hoy uno de los alojamientos más peculiares y exclusivos de Inglaterra. Se alquila por fines de semana (personal de servicio incluido) para un máximo de seis personas.
10. Chateau Laroche, Ohio, Estados Unidos
También conocido como Loveland Castle, el Chateau Laroche comenzó su construcción en 1929. Su creador es Harry D. Andrews, un veterano de la primera guerra mundial que puso ese nombre al castillo en honor al hospital militar donde se recuperó de sus heridas durante el conflicto.

Andrews era líder de un grupo de Boy Scouts, los Caballeros del sendero dorado. El terreno se financió gracias a las suscripciones a un periódico local que vendían los muchachos. La construcción, sin embargo, es obra exclusiva de Andrews, y le llevó cincuenta años. A su muerte, Andrews donó el castillo a su grupo de Boy Scouts, quienes lo gestionan desde entonces. El edificio se ha renovado varias veces, y se ha rodeado de jardines. También se ha divulgado el rumor de que está encantado, algo, sin duda, muy bueno para el turismo.

Fuente: Gizmodo