La exposición Motor de modernidad. Grup R. Arquitectura, arte y diseño analiza la repercusión y la sacudida que significó la presencia del Grup R en Barcelona, como catalizador de la recuperación de una modernidad perdida después de la Guerra Civil en la arquitectura y la cultura estética catalanas. Dicho grupo supo imponerse a la oficialidad con otros recursos, para acercarse a las tendencias arquitectónicas europeas, tejiendo su radio de influencia con astucia. Pero cuando las alcanzó, la unidad de acción que significaba el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) dirigido por Le Corbusier había perdido su liderazgo a favor de los jóvenes arquitectos del Team X, al que se acercó el Grup R. El individualismo se había impuesto en Europa y, como consecuencia, en 1961 el grupo se disolvió.
Arquitectos, organizadores de exposiciones y ciclos de conferencias, los miembros del Grup R materializaron la síntesis entre arquitectura, arte y diseño en las décadas oscuras de la posguerra española, en pleno franquismo. El grupo supuso uno de los principales ímpetus para que las ideas de la modernidad se dotaran de un programa sensible, coherente y continuado en nuestro país.
Los años cuarenta significaron en España el rechazo de la arquitectura racionalista, considerada «roja», y la búsqueda de un estilo para el «Imperio», a imitación del Tercer Reich alemán. Por un lado, la capital, Madrid, encontró un modelo a seguir en el clasicismo y el historicismo del Escorial y el Valle de los Caídos. Por otro, la rehabilitación del pueblo de Brunete sería un ejemplo del pastiche de arquitectura popular y clasicista que dominaba la arquitectura y el arte fascistas.
En Barcelona, la revista AC. Documentos de Actividad Contemporánea, publicada por el GATEPAC de 1931 a 1937, que trataba temas como la arquitectura mediterránea y su relación con la europea desde el movimiento moderno, había tenido como suscriptores a los entonces estudiantes Francesc Mitjans, Josep Maria Sostres y otros arquitectos nacidos en las primeras décadas del siglo XX. De manera consecuente con la influencia recibida del racionalismo, en los años cuarenta Mitjans se alejó de la tendencia oficial con la construcción del edificio de viviendas de la calle Amigó, en el que rechazaba expresamente el historicismo, y el de la calle Balmes, en el que se combinaba una fachada de estilo clásico con una contrafachada de estilo funcional.
En 1949, por primera vez, la Asamblea Nacional de Arquitectos no se celebró en Madrid, sino en Barcelona, Palma de Mallorca y Valencia. Con este motivo se organizó una muestra de arquitectura iberoamericana en el Salón del Tinell de Barcelona, en la que participaron numerosos arquitectos contemporáneos
de Brasil, República Dominicana, Perú, Uruguay y Chile. El acontecimiento representó la oportunidad de acercarse a los problemas de la arquitectura contemporánea. El arquitecto invitado Gio Ponti visitó la exposición, descubrió el trabajo de José Antonio Coderch y lo promovió como comisario del pabellón de España de la Trienal de Milán de 1951. Este hecho puso a disposición de Coderch los contactos internacionales que le llevaron a formar parte de los encuentros del Team X. En el ámbito nacional, lo consagró como arquitecto de referencia para las nuevas generaciones.
La Asamblea fue también una oportunidad para que se produjera el primer contacto entre jóvenes arquitectos en torno a la figura de Francesc Mitjans. Antoni de Moragas, Antoni Perpinyà, Josep Antoni Balcells, Josep Maria Sostres y Ramon Tort, junto al propio Mitjans, se unieron para participar en un concurso de proyectos destinado a solucionar el problema de la vivienda económica en Barcelona, promovido por el Colegio de Arquitectos. Más que un trabajo de urbanismo o de arquitectura, se trataba de un análisis de la situación de la vivienda obrera y un estudio económico y sociológico. Ganaron el concurso y provocaron que el Ayuntamiento de Barcelona y otros organismos oficiales pusieran en marcha, en los años cincuenta, la creación de grupos de habitación obrera: las viviendas del Congreso Eucarístico y posteriormente los polígonos como Montbau.
El concurso tuvo como consecuencia la formación, en 1951, del Grup R, integrado por Antoni de Moragas, Josep Maria Sostres, Oriol Bohigas, Josep Maria Martorell, Joaquim Gili y Josep Pratmarsó, junto a José Antonio Coderch y Manuel Valls. A estos se añadieron más tarde Manuel Ribas, Josep Antoni Balcells, Francesc Bassó, Guillermo Giráldez, Pau Monguió y Francesc Vayreda. A partir de 1952 realizaron cuatro exposiciones: la primera, dedicada a la obra de los miembros del grupo, les abrió las puertas oficialmente a la intelectualidad catalana. La segunda, dedicada a la relación entre la industria y la arquitectura, les puso en contacto con el mundo industrial. La tercera y la cuarta presentaban trabajos de estudiantes y de miembros del colectivo.
Paralelamente a la actividad expositiva organizaron seminarios sobre economía, sociología y urbanismo y, lo que es más importante, se situaron en los órganos de opinión de la arquitectura catalana, el diseño y la cultura: la revista Cuadernos de Arquitectura, la dirección del Colegio de Arquitectos y el FAD. A través de la revista se inició un acercamiento al mundo artístico: Juan Eduardo Cirlot y Sebastià Gasch estaban entre sus redactores y se publicaron por primera vez artículos y pochoirs de la obra de Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Josep Maria Subirachs, Antonio Saura, Moisès Villèlia y Modest Cuixart, entre otros.
Miembros del Grup R crearon el premio de arquitectura del FAD en 1958 y fundaron ADI-FAD, cuyo primer presidente fue Antoni de Moragas, en 1960. De esta manera, además de acercarse a los problemas de la arquitectura contemporánea, lograron introducir su concepción renovadora en el ámbito del diseño. A partir de 1962 el Colegio de Arquitectos, dirigido por antiguos miembros del grupo, se convirtió en el lugar que cobijaba al mismo tiempo la arquitectura, el arte y la industria.
En el congreso del Team X de 1959 en Otterlo (Holanda), Ernesto Nathan Rogers, en representación del estudio de arquitectos BBPR, presentó el proyecto de la Torre Velasca en el corazón de Milán. Su estilo revisionista desencadenó la discusión y la oposición de los arquitectos Peter Smithson y Jacob B. Bakema contra el formalismo y el revivalismo histórico que encarnaba. Esta polémica se reflejó también en el Grup R con dos edificios contrapuestos: el de la Avenida Meridiana de Oriol Bohigas, de influencia italiana, y el Edificio N, de Subias, Giráldez y López Iñigo, heredero de Bakema, en el polígono de Montbau. La polémica manifestada anunció también la disolución del colectivo. Habían conseguido atrapar la modernidad, pero la profesión se había vuelto individualista. No existía ya en Europa la unidad y el acuerdo sobre el camino a seguir.
La fotografía de Francesc Català-Roca fue, en el fondo, la única que creó un estilo, dentro de la diversidad del grupo, con la elección de los detalles y los puntos de vista. En palabras de Oriol Bohigas, «las cualidades artísticas y publicitarias de las fotos –blanco y negro contrastado, objetividad abstracta, definición crítica del entorno y fidelidad a las herencias del racionalismo– se hicieron tan habituales que, poco a poco, muchos proyectos de arquitectura partían ya de algunos prejuicios estéticos de Català-Roca».
Con esta exposición, lo que se pone de manifiesto no es la tendencia de un club cerrado que encarnaba la modernidad, sino cómo, a través de la ocupación de los centros de opinión, la utilización de los medios de comunicación, las revistas y los premios, el Grup R supo crear una trama de influencias que acabaría configurando un estilo moderno.
Fuente: Macba